Once
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Cada barrio contribuye desde su propia identidad a la identidad de la dilatada ciudad de Buenos Aires. El barrio de Once es, sin duda, uno de los más característicos. Su nombre proviene de la terminal de ferrocarril situada en el centro de la zona, Once de Septiembre que a su vez viene del 11 de septiembre de 1852, fecha en la que el Estado de Buenos Aires se separó del resto de la Argentina.
Hay distintas categorías de barrios comerciales y mientras Belgrano es un barrio residencial de clase media alta con muchas tiendas, el Once es otra clase de barrio. No es un barrio en sí mismo sino una zona del barrio de Balvanera que está cerca de la estación del ferrocarril que va al conurbano bonaerense.
De nombre corto y sencillo, tiene varias zonas comerciales en y alrededor de la Avenida Corrientes desde Pueyrredón hasta Callao aproximadamente. En este tramo se concentran tiendas y galerías comerciales y en las calles aledañas locales donde comprar ropa y complementos por menor y mayor. Durante el día es el escenario de una afiebrada actividad comercial. Sus señas particulares quedan fuera de foco para poner en primer plano un mundo de gente que compra, vende y busca productos específicos con ofertas y bajos precios. Abarca varias áreas comerciales, desde telas de tapicería a elementos para trabajos de joyería o repostería. Tiene más de 3.000 comercios y es una de las zonas con mayor población de la Ciudad.
Pero también es mucho más: uno de los rincones cosmopolitas de Buenos Aires. Históricamente, barrio judío, pero también armenio, árabe, chino, coreano, boliviano y peruano. Hogar de cierta bohemia profesional porteña y sitio que se puso de moda, con literatura, cine y hasta series de televisión dedicadas a sus calles, como la película “El abrazo partido”, de Daniel Burman. Los años borraron algunos acentos, pero muchos todavía se acuerdan de cuando en las casas de telas casi solo se hablaba en idish o en árabe; y en las mercerías, casi exclusivamente, en armenio.
Cuenta con el más destacado patrimonio en la Ciudad de desarrollos edilicios artísticos y de antigüedades representativos del art nouveau, excepcionales en calidad y cantidad. Entre otras puestas en valor está la Casa Calise, de 1911, en Hipólito Yrigoyen, exponente del estilo liberty milanés, una versión italiana del art nouveau, ornamentada con esculturas de figuras femeninas y ángeles.
En la actualidad los inmigrantes africanos son ciertamente los nuevos dueños del barrio. Provienen de distintos espacios del África subsahariana, con predominio mayoritario de Senegal y Nigeria, seguido por otros países como Costa de Marfil, Ghana, República Democrática del Congo (RDC) o Sudáfrica. Pero Once está caracterizado por una gran presencia de la colectividad judía. Los judíos en esta zona son tradicionalmente fabricantes de telas y dueños de tiendas. También alberga varias sinagogas, colegios y clubes judíos. Desde aproximadamente el año 2000, a causa de la migración de muchos judíos porteños a Israel principalmente por la crisis económica, su población en el Once disminuyó sensiblemente.
Buenos Aires judío
El crecimiento de la ciudad y las modificaciones urbanas de la ciudad hicieron que para 1910 la presencia judía comenzara a trasladarse de este a oeste. La calle Corrientes se transformó en “la calle judía”. Entre Córdoba y Pueyrredón al norte y al oeste, y Callao y Rivadavia al sur y al este se fue constituyendo el centro de la de la vida judía porteña.
En la intensa efervescencia de “la calle judía”, en 1894, se instaló sobre Pasteur la sede de la AMIA, en ese entonces denominada Jevrá Kedushá. En su trayectoria más que centenaria se destacó como la institución señera de la comunidad por su accionar en el campo de la solidaridad social, cultural y educativa. La fisonomía del barrio cambió con el surgimiento de sinagogas, escuelas, centros sociales y asistenciales, teatros, redacciones periodísticas, bibliotecas, librerías, restaurantes y clubes socio-deportivos.
18 de julio de 1994
El 18 de julio de 1994 la totalidad del edificio de la AMIA fue destruido por un ataque terrorista, con el fatídico saldo de 85 muertos y cientos de heridos. La explosión generó la presencia de una nueva figura en al arquitectónica urbana: los pilotes. Por motivos de seguridad y por disposición oficial, cada institución judía, en todos los barrios de la ciudad y en todo el país, tuvo que proteger el frente de su sede con diferentes tipos de defensas. Desde entonces, aquello que se pensó que sería temporario se incorporó al paisaje de la ciudad como una triste marca indeleble que evidencia la falta de justicia en la resolución del atentado.
Reinaugurado su edificio en 1999, la AMIA continúa promoviendo activamente la continuidad de la vida judía en el país e impulsando una convivencia pluralista como parte integrante de la sociedad argentina.
A escasas cuadras de distancia se produjeron tres tragedias que conmocionaron a la sociedad. Tres heridas que impactaron en forma determinante y son recordadas con emotivos homenajes: el Atentado de la AMIA, el incendio en el boliche República Cromañón en 2004 y la Tragedia en la estación de trenes de Once en 2012.