Recoleta
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Recoleta y Retiro son los barrios aristocráticos de Buenos Aires. Entre una cuadrícula perfecta se suceden palacetes, muchos de ellos convertidos hoy en embajadas y hoteles de lujo, que reflejan la otra Argentina, la acaudalada. Los apellidos nobles descendientes de familias criollas, políticos y aquellos inmigrantes que hicieron fortuna en un país incipiente apostaron por erigir sus nuevas mansiones, tras abandonar San Telmo, en Recoleta. Mirando hacia una Europa que echaban de menos "trataron de reproducirla aquí". Por ello, palacios afrancesados, pintorescos o siguiendo los cánones italianos siguen en pie en este barrio al norte de la ciudad y en el vecino Retiro.
Fue la zona que se empezó a poblar hacia el norte por la élite agroexportadora, un número pequeño de familias que fue acumulando mucho dinero y poder, sobre todo entre 1880 y 1916, exportando productos primarios. Desde aquí empieza a nacer Recoleta. Es la marca que señala cómo la élite decide situarse en el norte de la ciudad.
Arquitectura
Desde fines del siglo XIX y hasta inicios de la tercera década de siglo XX en el barrio de Recoleta se construyeron gran cantidad de châteaux (imitando a los del Loira) y petits hôtels de tipo parisino, casi siempre diseñados por arquitectos de origen francés. Pero, tal cual ocurriera en otros barrios de Buenos Aires, estas edificaciones fueron en su mayoría demolidas desde los años 1960 por motivos inmobiliarios. Actualmente existen varios movimientos de militancia barrial que organizan marchas, tés y otros eventos, para impedir que el desarrollo constructivo de la Ciudad dé lugar a nuevas demoliciones. Pese a ello, Recoleta cuenta aún con una rica arquitectura de estilo francés. En esto se destaca la avenida Alvear, donde se encuentran construcciones como el palacio Duhau (antigua propiedad de la familia Duhau), el palacio Fernández Anchorena (actual Santa Sede de la Nunciatura), el Jockey Club, y el tradicional Hotel Alvear.
Cementerio de la Recoleta
Ubicado en el corazón del barrio Recoleta, en este cementerio, más de 90 bóvedas han sido declaradas Monumento Histórico Nacional. Allí descansan los restos de personajes emblemáticos, como el de Eva Perón. Construido en 1822, su valor histórico y arquitectónico se debe a que en aquella época las familias más adineradas de la ciudad competían por ver quién construía el panteón más imponente. Las bóvedas y mausoleos han sido construidos por los más reconocidos arquitectos del momento, y cuentan con mármoles, esculturas y escrituras en latín. Entre los elementos decorativos que se presentan, se distinguen numerosos estilos que van desde el gótico hasta del movimiento Art Déco.
La llamada “ciudad de muertos dentro de una ciudad” fue diseñada por el arquitecto e ingeniero francés Prosper Catelin, en base al cementerio parisino Père Lachaise. Se encuentra en lo que solía ser la huerta de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar y construida por los frailes de la orden de los recoletos en 1732. Los mausoleos de mármol, las numerosas bóvedas y las realistas estatuas, provocan una atmósfera única que obliga a considerar al cementerio de La Recoleta como una visita obligada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Centro Cultural Recoleta
Edificado en un casco histórico con 300 años de historia, conecta tradición y vanguardia y es visitado por más de medio millón de personas al año, en su mayoría jóvenes de entre 18 y 35 años. Hay salas permanentes dedicadas a los adolescentes, al Hip hop, al dibujo, una zona de estudio, un espacio de ocio y recreación, un bar y una tienda de objetos de diseño argentino contemporáneo, además de la Terraza, el Cine, el Laboratorio musical, el Centro de investigación, la Residencia para artistas, la Capilla y las salas de exhibición para artes visuales. Libertad, participación y convivencia son los valores que determinan el cruce de actividades: artes visuales, música, danza, teatro, literatura y cine conviven con todas las nuevas escenas culturales jóvenes que están vivas en la ciudad.
Durante los años 1980, con la idea de seguir el modelo del Centro Pompidou de París y el espíritu del Instituto Di Tella de los años 1960, el Recoleta reflejó a través del arte la apertura democrática que transitaba el país. Se reunieron voces diversas y lenguajes artísticos distintos: música, teatro, artes plásticas, performance y propuestas artísticas alternativas. Además, fue sede del cruce de lenguajes: lo académico con lo callejero, lo consagrado con las nuevas tendencias, lo lúdico con lo educativo. En poco tiempo, su idea de pluralismo y diversidad repercutió en la ciudad y su público se multiplicó de manera exponencial.