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Rodeado por los Bosques de Palermo, el Jardín Japonés es un rincón de Buenos Aires que enamora a quien lo visite. Construido en 1967 en ocasión de la visita de los príncipes herederos de Japón Akihito y su esposa Michiko, se trata del jardín de estilo japonés más grande fuera del país nipón. Caminar entornado por bonsais, azaleas, kokedamas, orquídeas y faroles de cemento es un placer inolvidable. Tiene también un Chashitsu (casa de té): un espacio construido especialmente para llevar a cabo la tradicional ceremonia del té japonesa. Ornamentado con elementos tradicionales, cuyo interior fue importado desde Japón, algunos de sus componentes datan de hasta más de cien años de antigüedad. Su exquisito interior se encuentra confeccionado de forma artesanal. Desde 2008 está declarado “Bien de Interés Histórico Artístico Nacional”.

Tomando como modelo el Jardín Zen, en 1977 fue rediseñado bajo la dirección del ingeniero paisajista Yasuo Inomata. En el parque también hay un edificio que alberga un centro cultural; un restaurante de cocina japonesa; un vivero donde se pueden comprar plantas (bonsai) y alimento para los peces del lago; y una tienda con artesanías japonesas.

Un paisaje arquitectónico cargado de simbolismo

El jardín japonés, considerado como uno de los paisajes arquitectónicos más icónicos de la humanidad, es un espacio espiritual, refinado en su estética, en sus formas y en su fondo y de diferentes tendencias. Con el paso de los años, han dejado de lado a sus homólogos chinos, menos refinados, para convertirse en espacios más distinguidos. Los jardines japoneses son parte importante de la mejor tradición de Japón en materia constructiva y constituyen un espacio dentro de las casas privadas de la población acomodada japonesa.

Y no sólo se encuentran en las viviendas privadas. También se pueden ver en templos (dedicados a la meditación), en capillas y en lugares históricos como por ejemplo los castillos. Existen varios tipos de jardines según el estilo y el uso que se les quiera dar. Destacan los de paseo, de aposento, de contemplación y del té. En estos últimos se celebra la famosa y tradicional Ceremonia del Té. Este culto consiste en preparar té verde o matcha de una forma ritual y ancestral. Está influenciada por el budismo zen y es una manifestación de la historia y de la cultura japonesa.

En definitiva, el jardín japonés es un jardín cerrado, aislado de lo exterior, que tiene como objetivo ofrecer paz, serenidad y relajación a aquellos que se encuentren en él. Es un espacio simple en el que todos los elementos cumplen un papel y en el que no falta ni sobra nada. Esto hace que el visitante pueda relajarse como, quizás, nunca antes lo haya hecho. Están pensados para mostrar espiritualidad, refinamiento y majestuosidad en todas sus formas.

Estos paisajes muestran una serie de ideales, independientemente del estilo o del tipo que sea. Cada uno de ellos presenta una asimetría en todos los elementos que los componen, simplicidad en todas las formas, elegancia y una gran profundidad espiritual. Serenidad, naturalidad, magnificencia son conceptos que se pueden considerar como sinónimos de “jardín japonés”.

Cada uno de estos jardines representa un refinamiento cultural. Uno bien construido es una obra de arte en sí mismo y, debido a su naturaleza delicada y viva (las plantas, flores y árboles están en constante desarrollo), el mantenimiento del mismo es vital. Asimismo, cualquier cambio que se produzca en él modifica en gran medida su estilo y su objetivo. Todo está pensado para encajar.

Un jardín japonés está formado por una serie de elementos elegidos cuidadosamente y teniendo en cuenta el estilo que se quiere representar. Todos los componentes se piensan cuidadosamente, pues, tal y como se ha dicho anteriormente, un jardín japonés está cargado de simbología y sentimiento, y sus elementos deben cumplir con ciertas funciones concretas.

Las rocas son la base y representan la montaña o la isla que se encuentra bañada por el mar. Las más utilizadas son las de origen volcánico (basalto). Éstas simbolizan lo siguiente:

Islas: también conocidas como Shimas. Este vocablo se utiliza para nombrar a las rocas del jardín y al recinto que las contiene.

Monte Shumi: es la montaña del eje del mundo (religión budista), un lugar místico que se representa con una roca en el jardín.

Iwakura: es el espacio que ocupan las rocas. Éstas se escogen y colocan tal cual se encuentran en la naturaleza.

Monte Hōrai: es un lugar místico, algo así como un paraíso y se representa con piedras rodeadas por agua.

Los jardines japoneses no solo están conformados por rocas, también presentan elementos reales o simbólicos. Entre estos destacan por ejemplo el agua, un puente que conduce a la isla, una casa de Té y una linterna (típicamente de piedra).

Los peces Kois

Un gran cantidad de peces Kois habitan el lago central y los visitantes pueden comprar bolsitas de alimento para darles de comer. Los primeros ejemplares fueron traídos desde Japón en 1967 para la inauguración. Son coloridos, muy hermosos y es divertido tirarles alimento y ver cómo pugnan por él.

 

El Centro Cultural

No solo se trata de pasear por un hermoso parque, también en el Jardín Japonés encontraremos un Centro Cultural que brinda una gran cantidad de actividades que nos acercan a las tradiciones del pueblo japonés, como por ejemplo: origami, literatura, bonsai, danza, gimnasia recreativa, pintura, festivales de manga y animé.

Historia de una relación

El Jardín Japonés nació en 1967. La embajada de Japón lo construyó en el parque 3 de Febrero. Luego, la embajada donó el jardín a la ciudad de Buenos Aires como testimonio de la gratitud de la comunidad japonesa que vive en el país. En 1978 la Asociación Japonesa acordó con el gobierno de la ciudad una ampliación y remodelación del jardín y más tarde, en 1981, se aprobó la construcción de la Casa de Té, un lugar de reunión en el que se pudiera ofrecer al público acceso a distintos aspectos de la cultura japonesa. Finalmente, en 1989 se creó la Fundación Cultural Argentino Japonesa con el fin de llevar a cabo esta misión. Con una agenda muy variada, ofrece gran cantidad de actividades todos los días de la semana: desde cursos y conferencias hasta exposiciones sobre distintos aspectos culturales de Japón (como el cultivo de orquídeas, la cultura del origami, el manga y el animé), demostraciones de la ceremonia del té, exposiciones de pintura, competencias de Go y muchas cosas más.

No son solo kilómetros los que separan a Argentina de Japón, pero en un jardín de Palermo estos dos mundos parecen sentarse a conversar. Distintas placas en un rincón del paseo recuerdan las posteriores visitas de los príncipes del Japón al país.

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